Había pocos conflictos en el mundo y ahora se atisba otro en el horizonte.
El fin de semana pasado, el presidente senegalés Macky Sall anunció un retraso indefinido de las elecciones previstas para el 25 de febrero. La medida, vista por muchos como equivalente a un golpe de estado, fue recibida con protestas generalizadas, que fueron dispersadas por las fuerzas de seguridad.
Senegal ha sido un país políticamente estable desde su independencia en 1960. Ha desempeñado un papel importante en el desarrollo de África Occidental, gracias a sus puertos comerciales y su comercio energético con Europa. Francia todavía mantiene una base militar en Senegal, que se ha vuelto más importante para París a medida que otros países del Sahel expulsan a los europeos.
Por ahora, la situación es una cuestión política interna, pero tiene el potencial de afectar al resto de la región si continúan los retrasos y las protestas asociadas. Generalmente, este tipo de malestar ha dado a los actores externos la oportunidad de ganar influencia. La inestabilidad también llega en un momento inoportuno; Malí, Burkina Faso y Níger, todos los cuales han experimentado recientemente sus propios golpes de estado, están en proceso de abandonar la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental y establecer estrechos vínculos de seguridad con Rusia. La CEDEAO, la Unión Europea, Estados Unidos y Francia han expresado su preocupación por la decisión de Sall de posponer las elecciones y le han pedido que programe inmediatamente otras nuevas.
Es importante destacar que Rusia ha estado cortejando a Sall últimamente. Asistió al Foro Rusia-África en San Petersburgo en julio y desde entonces se ha mantenido en contacto con el presidente Putin, incluso recientemente discutiendo la guerra entre Israel y Gaza. Esto se debe a que Senegal puede ofrecer a Rusia mucho más que el resto de sus vecinos: tiene acceso al mar a través de sus puertos, lo que permite un mayor envío de mercancías desde los aliados sin litoral de Rusia en Mali, Burkina Faso y Níger.
Moscú no ha ocultado su deseo de tener una base naval en África occidental, y la situación actual podría contribuir en cierta medida a lograr ese objetivo. De hecho, esto presenta una oportunidad para que Rusia aumente su presencia e influencia en África.
Finalmente, señalar que si realmente se produce una desestabilización en Senegal, repercutirá directamente en nuevas oleadas de inmigrantes hacia Canarias.
Redactado por:
Carlos J. Fernández-Morán Cadenas de Llano
Analista de inteligencia