El pasado mes de febrero, durante los días 6, 7 y 8, se celebraron unas jornadas de Literatura y Espionaje, organizadas por la Cátedra de Servicios de Inteligencia y sistemas democráticos de la Universidad Rey Juan Carlos. Asistieron ponentes de la talla de Jorge Dezcallar (ex Secretario de Estado y Director del CNI), ex agentes del CNI ya retirados, y escritores e historiadores de la talla de Jon Juaristi, Fernando Martínez Laínez, José Luis Caballero, Juan Bolea, Carlos Carnicer y Nuria Amat, entre otros.

No es un caso aislado, sino que en los últimos tiempos se suceden las conferencias sobre los asuntos de inteligencia y espionaje. Para este mismo mes de marzo y hasta mediados de abril, patrocinado por Caixa Forum Zaragoza se ha presentado un ciclo de conferencias sobre este tema, mientras que el 21 de marzo en Chiclana de la Frontera se celebrará otra conferencia sobre Historia y Mitos de los Servicios de Inteligencia. A esto hay que añadirle el creciente número de cursos, la multitud de artículos, las series televisivas nacionales y programas de radio y TV que de una u otra forma hablan de asuntos de inteligencia y espionaje. Hago esta diferenciación porque inteligencia no es lo mismo que espionaje, pues este último sólo es una parte del ciclo de obtención de inteligencia que, por cierto, no siempre es necesario recurrir a él.

Visto lo anterior queda claro que cada día hay más interés por este tema, pero ¿qué está pasando realmente por el mundo? ¿Ha cambiado la forma de espiar? ¿Se realiza todo en el mundo ciber? Ciertamente hay muchísimo espionaje que se desarrolla a través de las redes, pero no todo. Y si peligroso es uno, el espionaje clásico no lo es menos; y no sólo no ha desaparecido, sino que hay un repunte del mismo. Lo que no han cambiado son los objetivos típicos: los secretos de estado y el espionaje empresarial e industrial, al que se ha unido con fuerza el espionaje económico y el político. Veamos algunos casos recientes, ocurridos fuera de España (los de aquí han sido suficientemente aireados) que suelen pasar muy desapercibidos:

En mayo de 2017, un ciudadano suizo fue arrestado en Alemania porque presuntamente espiaba las actividades de los investigadores de fraude fiscal en Frankfurt, por cuenta de una potencia extranjera, que un medio identificó como Suiza. Apenas tres meses después las autoridades alemanas iniciaron por el mismo motivo una investigación sobre otras tres personas del Servicio Federal de Inteligencia suizo (NDB).

En abril de 2018, el jefe de la Agencia Nacional de Inteligencia Alemán advirtió de los riesgos de seguridad por las inversiones directas chinas en empresas de alta tecnología y otras. Se dieron cuenta de que las operaciones de ciber-espionaje habían sido reemplazadas por otro método: la adquisición de empresas de forma directa o por interpuestas.

En mayo de 2018 el exministro de Energía de Israel, Gonen Segev, fue acusado de espiar para Irán y proporcionarle información relevante sobre temas energéticos, sitios de seguridad, políticos y funcionarios israelíes.

En octubre de 2018, un informe del gobierno francés describe los esfuerzos chinos para acercarse a los científicos, ejecutivos de negocios, académicos y otros de Francia y advierte que representa una «amenaza sin precedentes contra los intereses nacionales» del estado francés. Continúa afirmando que los agentes de inteligencia chinos se han acercado a casi 4.000 ciudadanos franceses cuidadosamente seleccionados a través de la plataforma de redes sociales de LinkedIn. De ellos, casi la mitad tienen puestos de liderazgo en la industria francesa, mientras que los 2.300 restantes trabajan en el sector público. En su totalidad, están involucrados en casi todas las áreas de la industria y la administración gubernamental, incluidas las de energía nuclear, telecomunicaciones, computación y transporte.

En noviembre de 2018, un funcionario del Ministerio de Cultura de Francia fue arrestado por espiar para Corea del Norte.

En febrero 2019 Suecia detuvo a un hombre acusado de espiar para Rusia. Apenas un día después otro hombre más también fue detenido por espiar intereses suecos para una potencia extranjera.

También en febrero, el periódico alemán Die Welt am Sonntag informó que la agencia diplomática de la Unión Europea advirtió a los funcionarios en Bélgica que estuvieran vigilantes ante los «cientos
de espías» de varios países extranjeros, incluso de Rusia y China. La mayoría de estos oficiales de inteligencia están supuestamente integrados en las embajadas, misiones comerciales, centros culturales y otras instalaciones de divulgación de sus países en la capital belga. También hay muchos agentes de inteligencia de agencias occidentales, incluidos los Estados Unidos, así como Irán, Turquía y Marruecos, entre otras naciones extranjeras.

Los casos arriba señalados son sólo una muestra de las actividades de espionaje clásico que están ocurriendo en el mundo. Hay muchas más. Y la mayoría de ellas afectan a empresas, muchas veces sin que se enteren y cuando lo saben suelen ocultarlo por razones obvias. Estas labores de espionaje no siempre son llevadas a cabo por los Servicios de algún país; también las redes criminales practican el espionaje frecuentemente para conseguir sus objetivos. Las empresas suelen dedicar algunos recursos, pocos generalmente, a la protección informática y casi nada a prevenir este otro espionaje. Así que la pregunta que hacemos es ¿está usted seguro de que su empresa no está en el punto de mira de algún espía? ¿Está seguro de que no está comprando/vendiendo o realizando alguna transacción con alguien que no es quien parece o que tras él hay una potencia extranjera?

Antonio Manuel
Analista y Consultor Senior de Inteligencia y Seguridad – Global Intelligence