Bolivia rompe relaciones con Israel; Chile y Colombia llaman a consultas a sus embajadores.

¿Por qué? Veamos un poco el trasfondo.

 

En el caso de Bolivia, hemos de recordar que a mediados de este año Bolivia e Irán firmaron un pacto de cooperación que incluye temas de seguridad y transferencia de tecnología de uso militar y científico. Incluye la venta de material y el entrenamiento de personal.

En 2009 el entonces presidente Evo Morales también rompió relaciones ante una ofensiva israelí en Gaza contra Hamas. Por tanto, ya hay unos amplios precedentes. La relación privilegiada de Irán con Venezuela le ha permitido expandirse a otros países, como a Ecuador, Bolivia o Chile, aunque ya antes tenía presencia en  Argentina, Brasil, Cuba o Nicaragua.

 

Colombia es un país estratégico para Israel. Ha comprado a Israel material militar y tecnológico. También han mantenido buenas relaciones con Palestina. Sin embargo, su actual presidente, Petro, ha realizado declaraciones contra Israel y parece haberse posicionado en la línea de Bolivia, aunque no ha roto relaciones.

 

En cuanto a Chile, la izquierda chilena, como todas, ha sido y sigue siendo muy, muy palestina. En septiembre de 2022, se presentaba al presidente Boric, el nuevo embajador de Israel en Chile. Estaba citado para la ceremonia de cartas credenciales y minutos antes de recibirlo (ya estaba el embajador en el palacio presidencial de La Moneda), el presidente se negó a recibirlo por un incidente ocurrido en Gaza, unos días antes, provocando el correspondiente problema diplomático muy criticado en su momento, pero lógicamente muy aplaudido por los suyos. Asimismo, en Chile hay una colonia muy importante y numerosa de palestinos. De hecho, hay un equipo de futbol de primera división que se llama «Club Deportivo Palestino» creado en 1920 y desde hace unos años luce en su camiseta como anagrama el mapa de Palestina. Los palestinos son dueños de unos de los periódicos de mayor tirada en Chile «La Tercera». Por el otro lado, la comunidad judía tiene fuerza, clásica, pero no popular y cada vez menor.

 

No hemos de perder de vista la penetración iraní (y su brazo Hezbollah) en Latinoamérica, que se inició allá por los 80 y que se ha incrementado a partir del 2000.