Durante los pasados 24 al 28 de marzo se celebró en Argel la XXII Feria “Batimatec Argelia”, considerada como la más importante feria de la construcción en el continente africano. Muchas empresas españolas han participado de manera directa, pues se considera como una cita indispensable para los empresarios españoles con intereses en el norte de África. La proximidad geográfica, sus grandes reservas de hidrocarburos y la aparente estabilidad política, hacían de Argelia un referente para empresas de construcción, ingeniería y otros equipamientos.
Sin embargo, durante ese mismo mes de marzo se ha puesto de manifiesto la fragilidad de esa estabilidad política, algo que se veía venir, por otra parte, a pesar de que casi todos los analistas preferían ver el vaso medio lleno, quizá confiando en que el régimen de Bouteflika tenía suficientemente controlada la situación, como venía ocurriendo hasta la fecha. No puede decirse que no hubiera señales en contra –las últimas destituciones políticas y especialmente en el seno de los poderosos servicios secretos, junto con el malestar de la población, ya eran buenos indicadores- pero nadie pareció darle importancia. De hecho, tras el inicio de las manifestaciones contra el presidente Bouteflika a finales del pasado febrero, los medios de comunicación social apenas le dedicaban atención, prefiriendo enfocar sus artículos hacia Venezuela, los ataques en Gaza o el propio Brexit.
Lo que ocurra en Argelia, al parecer, no les interesa tanto, a pesar de que aproximadamente el 54% del gas que consumimos procede de allí. Hay que estar muy atentos a los próximos acontecimientos pues el Gobierno actual (y los distintos clanes en el poder), no parece estar dispuesto a ceder a las pretensiones del pueblo, que no sólo protesta contra su presidente, sino que en realidad pretende un reseteo completo del sistema. El reciente nombramiento de un nuevo gobierno interino y la dimisión de Bouteflika no calmará los ánimos, sino que empeorará la situación. La reacción del Ejército será fundamental y de momento intenta evitar ponerse contra el pueblo y aunque muchos confían en que los recuerdos de los sangrientos acontecimientos de los años 90 evitarán que puedan repetirse, lo cierto es que los jóvenes no vivieron realmente aquello, pero son los que sufren el paro actual y un futuro incierto. Las empresas españolas harán bien en no confiarse, pues un cambio de régimen como el que se avecina puede trastocar todos sus planes de inversión y de trabajo.
Otro país que ofrece buenas oportunidades de negocio para nuestras empresas es Kazajistán, beneficiándose de las buenas relaciones existentes entre ambos países. Recientemente, su capital Astaná ha cambiado su nombre por el de Nursultán, en homenaje a su expresidente Nursultán Nazarbáyev (firme aliado de Putin), lo que suscitó críticas y protestas, que han aumentado tras la designación de la hija mayor de Nazarbáyev, Dariga Nazarbáyeva, de 55 años, como presidenta del Senado, lo que alimenta las sospechas de que la saga familiar va a continuar dirigiendo los destinos del país, algo que el pueblo no ve con buenos ojos por la situación económica, la incapacidad del Gobierno de gestionar los abundantes recursos del país y la desigualdad existente.
Pero Kazajistán también tiene sus problemas con el terrorismo islámico, que han cometido algunos atentados. Se estima que unos 400 combatientes del Daesh eran kazajos. Desde Kazajistán se abre un corredor terrorista que va desde la zona norte (Caúcaso norte y Rusia) hasta Afganistán a través de Uzbekistan, Tayikistán y Kirguistán, países donde hay importantes caladeros yihadistas. En el fértil valle de Ferganá, que está dividido entre estos tres países, tiene una fuerte implantación el Movimiento Islámico de Uzbekistán. Esta actividad terrorista, de momento bastante controlada en todos estos países, y el hecho de que en 2016 Kazajistán haya estado a punto de sufrir una “primavera” para desestabilizar el país, hace que las empresas deban estar prevenidas y tomar en consideración cualquier indicio que haga sospechar un repentino empeoramiento de la situación.
El gigante indio es otro lugar donde se pueden lograr grandes negocios, pues a pesar de la pobreza de buena parte del país, lo cierto es que también tiene un gran desarrollo económico, industrial y tecnológico. No en vano es una potencia nuclear, que además acaba de probar con éxito un misil
anti-satélite, capacidad que hasta el momento sólo tienen EE.UU., China y Rusia. El espacio es el nuevo escenario de futuras batallas y la India se prepara para ellas. Esta prueba misilística significa que a quien realmente considera su verdadero enemigo del que debe protegerse en un futuro es China, no Pakistán, por mucho que este último también sea potencia nuclear y con el que tenga continuas refriegas en la zona de Cachemira, donde además actúan diversos grupos armados que pueden ser un verdadero quebradero de cabeza para las empresas que trabajan en la región.
Otra zona a tener en cuenta en la India es el llamado “corredor rojo”, que recorre de nordeste a sudeste casi toda India, desde el golfo de Bengala (estados de Bengala, Bihar, Jharkhand, Chhattisgarh, Andhra Pradesh, Telangana y Odisha) hasta el sudeste, en los estados de Andra Pradesh y Maharashtra, la zona más industrializada y tecnológicamente avanzada del país. Es también conocido como el conflicto naxalita (de corte inicialmente maoísta, aunque en la actualidad se haya convertido en una pugna fundamentalmente tribal por evitar el saqueo de los recursos mineros y agrícolas de sus territorios ancestrales) y es el mayor problema de seguridad interna que tiene el país. Se llama así porque en 1967 se produjo una rebelión campesina en la aldea de Naxalbari (estado oriental de Bengala), que se extendió por todo el territorio de los indígenas adivasis (conjunto diverso de tribus no hinduizadas, que no constituyen una casta) y que dura hasta el día de hoy. Se estima que hay unos 200 grupos insurgentes en la zona, lo que obliga al Ejército, pero en especial a la policía, mediante un cuerpo específicamente entrenado en la lucha anti-insurgencia como es la Fuerza de Policía de la Reserva Central, a mantener una buena parte de sus efectivos dedicados a controlar sus actividades, por lo cual no es alentador trabajar en determinadas partes de este cinturón rojo, donde es mucho más útil conocer las leyes, usos, costumbres, y resentimientos, que las del propio Estado Indio.
Antonio Manuel
Analista y Consultor Senior de Inteligencia y Seguridad – Global Intelligence